El Granada se ahogó en la orilla

Toda la emoción de la Copa compareció en Los Cármenes, como no podía ser menos. Fue un partido hermoso en el que el colosal esfuerzo del Granada no obtuvo premio por la única jugada bien tejida por el Athletic en toda la noche, que desembocó en el espléndido gol de Yuri, cantado con una rabia que condensa el amor del Athletic a esta competición. Hasta entonces el 2-0 en el marcador rendía justicia a lo ocurrido en el encuentro y dejaba fuera al Athletic, premiando al Granada por su partido imponente. Mejor colocación, más energía, ataque numeroso con jugadores que miraban con un ojo a la portería y con el otro al compañero.

El peso del gol fuera de casa. El Granada se trajo de San Mamés (donde a su vez el Athletic mereció más) un ilusionante 1-0, pero eso de no marcar fuera pesa. El trabajo insistente, lúcido y bueno durante 90 minutos se desmoronó en esa sola jugada, que vino acompañada de cierto despiste defensivo. La desilusión en Granada será hoy enorme, pero el mérito de su recorrido por la Copa queda ahí. El regreso a la final (ya estuvo en la de 1959) queda aplazado, quién sabe por cuántos años, pero su afición y la de toda España miran hoy a este equipo y a su entrenador con un respeto impresionante. La Copa hubiera sido menos sin ellos.

Habrá, pues, final Athletic-Real Sociedad, inédita sólo a medias, según me corregía ayer un comunicante amable. En 1910 hubo cisma y dos Copas. La ‘oficial’ se jugó en Madrid. La otra, en San Sebastián, con participación sólo del Madrid, el Athletic y el Vasconia, puerto de paso entre el Club Ciclista (campeón del año anterior) y lo que luego sería la Real Sociedad. Convulsiones de la época. Con el tiempo se dio oficialidad a ambos títulos, así que la final de Donosti, Athletic-Vasconia, ganada por el primero, es oficial. Y ese Vasconia era ‘casi’ la Real. 110 años después los herederos de los herederos de aquello se verán las caras en Sevilla.

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