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La política y la deportista

El CSD tiene nueva presidenta: Irene Lozano. Un perfil “más político” que el que desplegaba su antecesora, María José Rienda, según explican desde el propio Ministerio de Cultura y Deporte para justificar el relevo. Por supuesto, hay que darle un margen de confianza, como a cualquier gestor que aterriza en un cargo. Sin profundizar en valoraciones iniciales, ya habrá tiempo para ello, el currículo de Lozano presenta experiencias que allanan el camino. Sus conocimientos parlamentarios pueden servirle para darle un empujón a la Ley del Deporte, en un Congreso tan colorido como el actual, y a otros proyectos como el Plan Estratégico, que van a necesitar de consensos. Además, su último puesto lo ocupó al frente de la Secretaría de Estado de España Global. Hay pocas cosas y pocos colectivos en el país que difundan la Marca España como los deportistas, brillantes embajadores en el exterior. ¿Existe alguien en el Mundo que no conozca a Rafa Nadal? Su cercanía al presidente Pedro Sánchez también hay que interpretarla en clave favorable para el deporte. Bienvenida a la familia.

Irene Lozano sustituye a María José Rienda, que encarna una figura diferente, muy próxima a las necesidades de los deportistas y de las federaciones. Normal. Antes que gestora fue una esquiadora de éxito, vencedora de seis pruebas de la Copa del Mundo y cinco veces olímpica. Una dimensión que se ha descuidado en su adiós. El ministro le anunció el cese por teléfono, tras dos semanas de nula comunicación. José Manuel Rodríguez Uribes tiene el derecho, y la responsabilidad, de diseñar su equipo. Faltaría más. Pero nadie merece ese final, y menos una deportista con su aura. Rienda deja la política, al menos de momento, pero nunca perderá la grandeza. El deporte empieza una etapa nueva, con una base aprovechable, porque el CSD no dejó de trabajar, a pesar de la provisionalidad. Suerte, ministro. Suerte, secretaria. Gracias, deportista.