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Un tren con destino al abismo

Waterloo. Butarque es para el Espanyol lo que Waterloo fue para Napoleón. El imperio que había labrado el club perico en Primera, después de 25 años de resistencia, se ha ido destartalando como un castillo de naipes desde julio y solo falta establecer la fecha oficial de su defunción. Con diez puntos en 18 partidos y un equipo, a día de hoy, terminal, solo un milagro misericordioso podría cambiar el curso de la historia. El 2-2 ante el Betis fue un espejismo. La actitud y buena predisposición de aquella tarde de diciembre fue el último halo de vida de un Espanyol que expiró ante el Leganés de Aguirre. Casualidades que siempre depara el fútbol.

Los ‘nerones’. Ya la previa, con el restraso de casi tres horas por una avería en la catenaria del AVE, hacía presagiar la mala fortuna de un Espanyol desquiciado, al que no le sale absolutamente nada. La obra que se construyó la temporada anterior se ha incendiado tanto que no quedan ni las cenizas. Habrá que identificar a los ‘nerones’ que con sus decisiones han decidido quemar su propia Roma. Lo cierto es que el españolismo pasará la peor Navidad de su historia reciente, y con la ilusión en la Copa y en Europa de difícil contraste.

Cenizas. No hay peor equipo en LaLiga que el Espanyol. Ya ocurría con David Gallego, cuando los jugadores no eran capaces de reconocer qué es lo que le pedía el entrenador. Ahora, con Machín, la mediocridad se ha ido alternando con partidos decentes, pero al fin equívocos. Ya cuando explotó el técnico al llamar “pipiolos” a sus jugadores dio síntomas de suicidio, de acción a la desesperada. Pero el equipo tampoco ha ganado desde entonces. Quiere y no puede. A veces da la sensación que está tan angustiado y desubicado que no quiere...

Disculpas. Ejemplos son los garrafales errores de Marc Roca y de Víctor Gómez en los goles, con la colaboración de los tres centrales, quienes cuando defienden en el área parecen más guardas de seguridad amateurs. Herido en su corazón y maltrecho, David López fue a pedir disculpas a la grada de aficionados pericos que estuvieron en Butarque. No hay excusas para un Espanyol que solo ha sido capaz de ganar dos de 18 partidos.

El futuro. El Espanyol está muerto, como lo estaba el equipo perico en la 2008-09 cuando se perdió 4-0 en Málaga. Se fue Mané, llegó Pochettino y, con el tiempo, el equipo se salvó. Fue un milagro. Ahora solo queda lanzar la última bala del cartucho. Machín ha tenido diez partidos para implantar su idea, conocer a los jugadores y dar un rendimiento con su método. Lo que ha conseguido es que el equipo sea igual de indefinido que con Gallego, pero con menos tiempo ya para reaccionar. Si Aguirre ha resucitado al Leganés, Machín no lo ha logrado. No se entendería que el técnico siguiera.