Las Guerreras se adelantan a su época
La Selección de balonmano luchará por las medallas del Mundial, un territorio que no le resulta desconocido, pero que no visitaba desde la plata en el Europeo de 2014. Tampoco se esperaba en esta ocasión. Esta nueva versión de las Guerreras llegó al Campeonato en pleno periodo de transición y aprendizaje, todavía lo está. Las semifinales asomaban como un objetivo remoto cuando aterrizó en Japón. Aquí el desafío era ocupar una de las seis plazas que daban acceso al Preolímpico. Para ello había que empezar fuerte, ganar uno de los dos partidos iniciales a Rumanía o Hungría para pasar con puntos a la segunda ronda, y luego competir para meterse entre los siete mejores. En la víspera, ni siquiera esta meta se veía clara. Pero el balón entró, las victorias se encadenaron, y España acabó la primera fase con copo de triunfos, lo que permitía aspirar a algo más. El sueño se ha consumado, aunque se enredó mucho. De hecho, la derrota ante Rusia por diez goles dejó este miércoles su destino en mano de las rivales. Por primera vez en todo el torneo, ya no dependía de sí misma. Y Montenegro cumplió. Gracias.
El equipo español no hubiera llegado a esta agonía si hubiera aprovechado el domingo ante Suecia una amplia ventaja que alcanzó los nueve goles, pero las nórdicas remontaron hasta el empate y reventaron los cálculos. Aquel partido es la mejor prueba de las dos caras de las actuales Guerreras, que atesoran una enorme clase para compensar su menor físico, pero aún pagan su inexperiencia en diferentes momentos. Ya escribimos en la previa que esta nueva Selección se encuentra en pleno cocinado y que todavía era pronto para saborear el producto en su esplendor, que la degustación final tenía que juzgarse en el Mundial de 2021, que se celebra en España. Ese era el plan progresivo, a fuego lento, pero los acontecimientos se han precipitado, porque la calidad no se puede programar.