El niño que veía entrenarse a Ronaldinho

Messi es de otro territorio, el sueño de un futbolista reencarnado en todos los grandes que lo preceden. Aprendió hasta de los que no existieron, así que es a la vez todos los que fueron nuestros ídolos. En él se reencarnan Kubala y Di Stéfano, tiene recortes de Maradona y practica el orden desconcertante de Cruyff y la elegancia generosa de los mejores del mundo, que siempre dejan uno de sus goles para que los concluya el vecino.

Pero Carrusel explicó anoche de dónde vienen estas faltas que saca como si tuviera un cartabón atado a los pies, o a la cabeza. Y es que, cuando era aún un aprendiz de futbolista, un niño de La Masia, se quedaba a ver cómo disparaba Ronaldinho. Como un muchacho que llegara al Oeste para ver de qué color tienen las cananas los buenos de la película, él tomó recortes de ese genio del jogo bonito, creador de audacia y alegría, y ahora emite en una onda indescriptible las enseñanzas que rinden homenaje, a la vez, a todos los genios antepasados.

El fútbol tuvo anoche en esa jugada de pie educado su símbolo mayor. El resto fueron variaciones sobre el mismo tema, el genio del futbolista que contiene todo el fútbol del mundo, un milagro en la historia de un deporte que a él lo tiene en el cielo, como las manos que saludan a su abuela cada vez que marca.

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