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Sombra y luz en el regreso europeo

Debut con contrastes. No fue el estreno que habían estado esperando 12 años los aficionados del Espanyol, aunque llegase con un récord bajo el brazo: con 22 partidos, el conjunto perico es el que ha encadenado más encuentros europeos sin perder de la historia de todas las competiciones. No es baladí el dato, ni tampoco merecieron los pericos un resultado peor, sobre todo por esa segunda parte en la que embotellaron al Ferencvaros y acribillaron el arco magiar. Pero el empate dejó un sabor amargo por el juego de la primera parte y porque el conjunto húngaro es la cenicienta del grupo. Europa exige más.

Oscuridad. Como ante el Zorya, Sevilla, Granada o Eibar, al Espanyol no le sientan especialmente bien las primeras partes. Da la sensación de que los jugadores salen al césped como si fueran exploradores. Cautos, con pies de plomo, apenas tomaron riesgos ni con el balón ni en la presión, muy agazapados e imprecisos, sin capacidad para generar peligro si el balón no llegaba a las botas de Vargas y Wu Lei, acostumbrados a buscarse la vida en cualquier circunstancia. Europa no entiende de treguas, y la afición revivió las malas tardes de este comienzo en Cornellà-El Prat. Hubo algún silbido y desesperación mientras el Ferencvaros se volvió a adelantar en el marcador (0-1).

Las luces. Pero el equipo, mejor físicamente como advirtió Gallego, fue ganando con los cambios y con el paso de los minutos. Dejó de tantear el terreno y fue a por el partido. Las ocasiones se fueron sucediendo y el empate de Vargas llegó en un momento tan surrealista como bizarro, con un defensor húngaro tirado en el suelo por un golpe y un remate del argentino que topó con el portero y el palo antes de que lo remachara. Un gol liberador para un Espanyol que no convence pero que suma dos partidos sin perder.

Revolución. No hay nadie mejor que el entrenador, en este caso Gallego, para saber cómo están sus jugadores y cuál es la mejor manera de rotar en la plantilla. Esta primera jornada permitió el debut de Bernardo y Pol Lozano, así como la ausencia de jugadores importantes como Darder, Pedrosa, Calero o Calleri. Los resultados siempre son ese juez (a veces injusto) pero Europa podía requerir jugar con lo mejor porque, no hay que engañarse, el Espanyol no es un recién llegado, sino un club con cien años de historia y dos finales europeas. Y esta competición es la ilusión, ¿qué mejor que empezar a tope?

Exámenes. Lejos de la populosa historia perica, este curso le está costando arrancar a los de Gallego. Lo mejor del encuentro fue el resultado, y esa segunda parte lógica, en la que el Espanyol monopolizó el juego ante un rival de inferior nivel. El equipo sigue combinando las luces y las sombras, el bostezo con el aplauso. El domingo vendrá otro examen en un agitado y juicioso inicio de curso.