Gracias, muchachos, por esta gran alegría

¡Que alegrón para finalizar la temporada! El grupo de muchachos de la Sub-21 ha ganado el Europeo en una final que vino a corroborar la categoría mostrada en un campeonato que empezó mal por la inadmisible permisividad de un mal árbitro ante las patadas de Italia, pero en el que luego todo ha ido a mejor hasta culminar ayer en un partido de muchos quilates. Esta vez vimos dos caras de esta Selección: el manejo excelso, al principio y el final, y el sacrificio y la buena colocación defensiva en el largo tramo central del partido, en el que temimos que la cosa acabara mal, ante una Alemania con buen juego y con la fe de siempre.

Ha gustado mucho este equipo desde la mirada global del campeonato. Tiene el manejo del balón y de los partidos que viene siendo marca de la casa desde tiempos de Luis Aragonés, pero mira más a la portería de lo que han solido sus mayores en estos últimos años. Esa queja del juego premioso que apenas mira a portería no le cabe a este equipo, que quiere la pelota para llegar y rematar. Este campeonato nos ha familiarizado con una serie de jugadores que el aficionado medio no tiene en el radar. Desde ese Olmo que dejó La Masía para irse a Croacia hasta Fabián, que se nos fue del Betis al Nápoles.

Fabián ha sido el MVP, merecidamente, por delante de Ceballos, que a ratos parece perderse en arabescos, pero que siempre luce su sentido del apoyo. Pero Fabián, con su jerarquía, su manejo del juego y sus disparos desde el borde del área (el camino por el que ayer llegaron los dos goles) ha estado por encima de todos. Natural de Los Palacios, como Navas, le apodaban en sus inicios ‘El Pequeño Messi’ por su juego, pero un estirón de 30 centímetros en pocos meses le hizo readaptar su fútbol al medio campo. Ancelotti fue listo llevándoselo por 30 millones. Hoy es la bandera de la joven generación de nuestro fútbol, que apunta muy alto.

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