La heroica se paseó por Son Moix

La épica más sufrida de la historia del fútbol, como son las tandas de penaltis, se ha transformado en otro tipo de épicas que ya estaban pero que quizá no resolvían completamente y ahora sí. Me refiero a las diferencias de goles en una ida contra una vuelta, a expulsiones, resbalones, goles fantasmas, presión ambiental, ilusión transformada en euforia y tantas cosas que ya existían pero que quedaban en manos, o en pies mejor dicho, de cinco lanzamientos de penalti. O los que fueran necesarios para decidir el ganador.

Llegados al punto final, un playoff por el ascenso reúne tantos condicionantes que cualquier detalle puede ser determinante, y más cuando el cara o cruz de las tandas de penaltis se han suprimido a favor del equipo mejor clasificado en la liga regular en caso de empate tras una prórroga.

Y todo ello, después de 42 jornadas que dejan agotado hasta al más duro de los mortales y cuatro partidos de promoción, siempre que resuelvas a tu favor los dos primeros. Mallorca y Deportivo han llegado hasta el último día con la incertidumbre de si les bastaría a unos, y de si serían capaces de remontar los otros. Y en esta batalla de titanes el Mallorca salió vencedor.

Los bermellones creyeron más que nadie, sabedores de que una cita como esta no se repite todos los años. Creyeron hasta que vencieron. Budimir, Salva Sevilla y Abdón Prats pusieron los goles, pero el empuje y el esfuerzo lo puso toda una isla. La renta y la historia no hacían presagiar nada bueno para los de Son Moix. Pero el fútbol no sabe de presagios, ni de rentas, ni de dinámicas. El Mallorca vuelve a Primera, lugar que nunca debería haber abandonado.

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