El Madrid machaca primero

Ganar el primer partido de una Final ACB no garantiza nada, ni siquiera si lo haces con 20 puntos de ventaja, pero abre una generosa sonrisa, eleva la moral de la tropa y traspasa la presión al contrario. Fíjense si no garantiza nada, que en los tres últimos años, el campeón de la Liga siempre sucumbió en el choque inaugural. Le pasó al Real Madrid con el Barça en 2016; al Valencia con el Madrid, en 2017, y al propio Madrid con el Baskonia, en 2018. Los precedentes invitan a mantener la cautela y a ralentizar la euforia. Y con más razón si tienes enfrente al Barcelona, que en los últimos cruces le tenía tomada la medida al gigante blanco. Desde la llegada de Svetislav Pesic, el balance frente a Pablo Laso lucía los colores azulgrana: 6-2 (4-1 esta temporada). Ahora ya es de 6-3 (4-2). Se estrechan las diferencias.

La Final comenzó con un triple más uno de Randolph y con cinco puntos de Campazzo: 9-0. Eso en baloncesto no significa nada, pero sí ofrece pistas de la intensidad y la concentración con la que partió el Madrid, tanto en defensa como en ataque. Enchufadísimos. El Barça no le perdió la cara al encuentro en el primer cuarto, pero en los dos siguientes se fue a desventajas en torno a los 15 puntos, que capeaba con dificultad. Los de Pesic estaban negados con los triples, aunque su poder reboteador les mantenía vivos en el partido. Era el momento clave, porque en la memoria blanca aún hacían pupa las últimas remontadas del Barça, hasta de 17 puntos en aquella polémica final de Copa. Hacía falta no perder esa intensidad en el último tramo. Y, esta vez sí, el Madrid había aprendido la lección. No dejó ir el partido. Y machacó.