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¿Conservar o cambiar el modelo?

El fútbol tiene debates tan antiguos como sus orígenes. Y en este Betis-Espanyol de mañana se reactiva uno que afecta a ambos entrenadores. ¿Hay que mantener el mismo modelo de juego o buscar variantes si los resultados no llegan? Esta pregunta está encima de la mesa en el Villamarín, porque la manera de jugar se cuestiona en las derrotas y ahora los de Setién se han caído de la pelea europea; y estuvo también en el entorno del Espanyol en aquella racha tan funesta que dilapidó el buen comienzo del equipo. Hay opiniones y ejemplos para todos los gustos. Pochettino siempre recordaba que no le gustaban los continuos cambios de sistema de Lotina porque eso era confundir a los jugadores. ¿Cómo creer en una manera de jugar si en los malos momentos se opta por otra totalmente diferente?

Setién es un dogmático, como lo fue Guardiola en el Barcelona. Creen en una manera de jugar, una religión cuyo Dios es el propio balón y todo gira en torno a la posesión y lo que es capaz de generar el equipo. Al comienzo de la temporada, a Rubi se le quiso encasillar en ese mismo cajón, sobre todo por parte de sectores mediáticos azulgrana. Pero Rubi ha demostrado que él no es un dogmático del juego, por mucho que se le eche en cara esa fijación por el 4-3-3 que ha modificado (o mejor dicho, matizado) en los últimos partidos. El Espanyol no quiere tener posesiones largas, sino posesiones productivas. No quiere acumular pases sino avanzar de manera vertical. A veces sale y otras no, por eso los partidos se descontrolan en muchas fases. Al final, el dogma a la adaptabilidad tiene el cruel rasero de los resultados.