Tres momentazos para la Vuelta

Me gusta la Vuelta 2019. Si acaso hubiera puesto algún kilómetro más de contrarreloj, con el tradicional argumento de que los escaladores tuvieran más necesidad de atacar en su terreno, aunque ni siquiera en esto se puede señalar al organizador, que continúa con la tendencia del ciclismo actual. Es más: la Vuelta, que fue pionera en los recortes, podrá presumir de albergar la crono más larga de las tres grandes, con 36 kilómetros en Pau. La ronda española mantiene sus señas de identidad, pero evita los excesos de otras veces, especialmente en la inclusión de muros. En 2019, las rampas imposibles se limitan a Mas de la Costa y Los Machucos, dos bonitas subidas introducidas sin desentonar en un trazado variado, que alterna montaña y media montaña, sin abusar tampoco de las llegadas en alto: ocho son una buena cifra.

La Vuelta a España 2019 puede dividirse en tres puntos álgidos. La primera parte de la carrera culmina con la etapa de Andorra, un recorrido espectacular concentrado en menos de cien kilómetros. Dura, corta y explosiva. Otra etiqueta del ciclismo de hoy. El segundo momentazo nos lleva a los dos trayectos asturianos:El Acebo y La Cubilla. Quizá se podía haber cargado un poco más la mano en la primera, pero con dos jornadas montañosas consecutivas siempre existe la tentación de guardas fuerzas para el segundo día. Y así llegamos a la arriesgada semana final, donde no hay un Angliru, un Ancares o una Bola del Mundo. La Vuelta se la juega a dos etapas que exigen un ataque más lejano en las sierras de Guadarrama o Gredos. Una apuesta más incierta, pero si quedan todavía cosas en liza, hay terreno para el desafío.