Solari debuta con lenguaje de legionario

Me chocó la primera comparecencia de Solari, un tipo educado, culto, instruido, refinado, articulista de El País en tiempos recientes. Se estrena en Melilla y anuncia que la cosa consiste en ir allí “con dos cojones”. Y españolía, le faltó decir, para completar la frase del general Gómez Zamalloa en Suiza, arengando a la Selección en el descanso del partido. Aquello provocó un comentario irónico de Pahíño, que quedó maldito desde entonces. Ahora, el flamante entrenador del Madrid apela a los cojones ante la visita al Melilla, que se sentirá honrado sin duda al ver la importancia que el entrenador del equipo más laureado de la historia concede al reto.

Bien está que el Madrid lleve al otro lado del Estrecho los cojones y también a Vinicius, que ya sabemos que es capaz de pasar con nota los exámenes de Segunda B, que es de lo que se trata hoy. En Melilla, la visita del Madrid se espera con pasión. Acudirán 7.200 espectadores, 1.200 de ellos en gradas supletorias. El Madrid no juega allí desde dos lejanísimos amistosos, en los cuarenta, de los que apenas quedará algún testigo. El partido tiene el valor de darle a la ciudad una presencia feliz en los telediarios, más allá de asaltos a la valla. Lo que siento es que el Madrid no viajara ayer y se detuviera más tiempo allí. Me parece un feo desdén ir en el día.

Me gusta Melilla. Visítenla si pueden. Tiene un centro modernista singular y una gente deseosa de intercambiar inquietudes con sus connacionales de la Península, de los que con frecuencia se sienten olvidados. Su equipo tuvo un par de buenas rachas en Segunda, en los años cincuenta y en los sesenta, gracias en buena parte a jugadores de buen tono a los que les tocaba pasar la mili allí. Yanko Daucik, por ejemplo. Ahora que no hay mili le ha pasado como al Racing de Ferrol, que ha perdido esos aportes, pero lucha por mantener un lugar digno en el fútbol español. Hoy recibirá una inyección de dinero y de popularidad. Felicidades.