Al Madrid le pierde algo más que el dibujo

Se buscan razones para la derrota del Real Madrid, y probablemente hubo varias, pero nada fue tan evidente como la superioridad absoluta del Sevilla. Fue una actuación soberbia, de las que permanecerán en la memoria del sevillismo. Jugó a la máxima velocidad, con la máxima precisión y un orden perfecto. No se extravió en ningún momento, ni tan siquiera cuando la posibilidad de aplastar al Real Madrid parecía inminente. Para igualar un despliegue de estas características se necesita el tipo de respuesta que no ofreció el equipo de Lopetegui.

Se habla del pésimo efecto que produce el sistema de tres centrales y dos carrileros en el Real Madrid, y se recuerda otra derrota parecida. Hace un año, en Montilivi, el Girona, recién ascendido a Primera División, se impuso con una facilidad imprevista al Real Madrid, entonces dirigido por Zidane. El entrenador del equipo catalán era Machín, un técnico que ha construido su magnífica carrera sobre este sistema, el mismo que ahora utiliza en el Sevilla. Hace diez días, después de la derrota del Sevilla con el Getafe en Nervión, se hablaba de crisis y hasta se aventuraba la destitución de Machín. Seis goles al Levante y tres al Real Madrid en cuatro días le convierten en incuestionable. Así de raro y variable es el fútbol.

En busca de explicaciones, aparece algo parecido a la alergia al 5-3-2, o al 3-5-2, como lo quiera ver cada uno. España no encontró soluciones y fue eliminada por eliminada por Italia en la Eurocopa 2016. Se habló de Conte como un maestro. El Barça fue arrollado por el Roma el pasado año en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Di Francesco, entrenador del equipo italiano, alineó a tres centrales y dos carrileros (Florenzi y Kolarov) con tanto éxito que el Barça no encontró la menor solución al problema. Con Lopetegui como seleccionador, España se encontró incómoda frente a este tipo de sistema y no jugó bien cuando lo utilizó como recurso. Lo mismo sucedió en Sevilla, donde Casemiro se retrasó para hacer un espejo táctico al equipo de Machín.

¿Explica el sistema un resultado tan contundente y una autoridad absoluta del Sevilla? Algo habrá, pero no hasta el punto de congelar al Real Madrid, inane en el primer tiempo y descontrolado en el segundo. La defensa con tres centrales viene de lejos. En los años 80, Bilardo en Argentina y Beckenbauer en Alemania la utilizaron profusamente. John Toshack la instaló en el Madrid desde el primer partido, no sin polémica: Schuster, como líbero, Chendo, medio centro. Luego volvieron a sus posiciones naturales.

Es probable que el fútbol español, o los equipos más competentes del fútbol español, se hayan educado en la clásica defensa de cuatro zagueros. Y es posible que sufran ante el 5-3-2 por falta de gimnasia, pero en el fracaso del Real Madrid en Sevilla radicaron factores ajenos al dibujo. Cada jugador del Sevilla fue superior a su pareja en el Madrid. Al febril fútbol del Sevilla, dirigido por un excepcional Banega, el Real Madrid opuso una mandanga rutinaria en el primer tiempo. Los laterales hicieron mutis por el foro, destrozados por Navas, que parecía un juvenil dispuesto a comerse el mundo, y el brasileño Arana. Los centrocampistas fueron arrasados por la vitalidad de Banega, Franco Vázquez y el impagable Sarabia. Ben Yedder y André Silva perforaron la defensa con una facilidad pasmosa. Hasta Courtois generó sospechas.

Se produjo la esperada reacción en el segundo tiempo, pero no hasta el punto de asustar al Sevilla. Por cada oportunidad del Madrid, el equipo de Machín consiguió otra. Nunca fue superior el Real Madrid y pocas veces ha añorado tanto un goleador de verdad. Benzema fue sustituido por cuarta vez consecutiva. Su caso ha pasado de preocupante a inquietante, porque Mariano tiene por ahora la pinta del suplente agitador, no del delantero que marca diferencias.

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