El indestructible Rafa Nadal

El viernes, después de las semifinales, titulé esta columna: ‘Nadal contra el peor rival posible’. Alguien me corrigió que tenía que haberlo titulado al revés: ‘Thiem contra el peor rival posible’. Toda la razón. Evidentemente, lo había enfocado desde la perspectiva del jugador español, del actual campeón, de la defensa de la corona. Dominic Thiem es el mejor tenista actual sobre tierra batida. Si exceptuamos, claro, al mejor de la Historia: Rafael Nadal. Las dos últimas derrotas que había encajado el balear sobre esta superficie habían sido precisamente ante el austriaco, en cuartos de Roma 2017 y de Madrid 2018. Victorias muy meritorias. Pero esto es Roland Garros, el reino de Nadal. Rafa sólo ha perdido dos veces aquí, ante Soderling en 2009, medio lesionado, y ante un galáctico Djokovic en 2015. Nunca en una final.

Algún año, Rafa Nadal perderá la corona en París. Pero ese momento todavía no ha llegado. Cuando eso suceda, seguramente tendrá enfrente a un tenista más joven, a esa nueva generación tantas veces anunciada y tantas veces frenada. En unas ocasiones, por Nadal. En otras, por Roger Federer. Dos leyendas. Rafa ha sido capaz de triunfar en todas las superficies, ha completado los cuatro torneos del Grand Slam para un total de diecisiete, pero su tierra de cultivo es Roland Garros con un récord estratosférico: once títulos. En los últimos tiempos, sólo las lesiones han podido detener a Nadal. Por eso nos echamos a temblar cuando se le bloqueó la mano con calambres en el tercer set. “He llegado muy lejos en el dolor”, dijo un día Miguel Indurain. También el indestructible Nadal, once veces rey de la tierra. Un día contaremos que le vimos jugar.