Llull volvió con final feliz

Fue todo un acierto hacer coincidir la reaparición de Sergio Llull con un partido tan relevante de Euroliga en Madrid. Físicamente ya estaba en condiciones de regresar hace una semana, pero ¿para qué quemarle en la caldera del OAKA? En casa, con su gente, el retorno estuvo rodeado de magia. Como escribíamos ayer, su sola presencia ya daba moral a las tropas. Y a las gradas. El Palacio estalló cuando pisó la pista y ovacionó cada acción. Ocho meses y medio es demasiado tiempo sin jugar. Había que despejar incógnitas. Ni siquiera sabíamos si su actuación iba a ser únicamente testimonial. Nada de eso. En sus primeros lances ya vimos que volvía físicamente bien, con un rendimiento óptimo en defensa. Muy diferente era la cosa en ataque. “Tengo que afinar más la puntería”, admitió el propio Llull al final del partido.

Sus puntos no llegaron hasta el último cuarto, pero la espera mereció la pena. Primero, una canasta de dos. Luego, dos triples consecutivos, el segundo de ellos ‘marca de la casa’. El WiZink Center atronó. Ahora, sí: Sergio Llull había vuelto. En la grada estaban su familia, sus amigos… Hasta los hermanos Hernangómez, Willy y Juancho, apoyaban el acontecimiento con sendas camisetas dedicadas. La vuelta del hijo pródigo tuvo un final feliz. Esa era la intención. Llull jugó 19:31 minutos, en los que metió 8 puntos y acabó con 4 de valoración. Su aportación no podía medirse con números. Se sentía. Evidentemente, el Real Madrid no ganó sólo por Llull. Fue una suma colectiva, destellos repartidos: un mate de Doncic, un triple de Rudy, un 3+1 decisivo de Carroll… El Palacio fue una fiesta. 2-1. Ahora falta la guinda.