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Wenger y el museo con goteras

Con el adiós de Wenger se derrumba el mito del fútbol inglés y su relación con los técnicos más laureados. La figura del manager longevo, respetado por todos los estamentos, imagen paternal durante décadas, ya es historia. La modernización ha llegado también a las Islas. Se fue Ferguson, primero, y se va Wenger, ahora. Inglaterra ya es una liga más.

La realidad es que la vida de Wenger en el Arsenal se ha alargado más de lo deseable. No era una cuestión de estilo, de fútbol o de carisma del técnico; era una cuestión de competitividad y autoexigencia. Al Arsenal últimamente le bastaba con jugar bien y ganar poco. El club se había convertido en una especie de museo con goteras, lleno de buenos jugadores incapaces de estar, al menos estos años, a un nivel de Champions. Inadmisible para lo que es la historia de este club.

Pero en el día de su adiós es de recibo reconocer todo lo que hizo Wenger en sus mejores épocas en el Arsenal, situándolo como el mejor equipo de Inglaterra en la época gloriosa de los Invencibles. Haber podido disfrutar de aquel equipo de Vieira, Henry o Bergkamp es algo que siempre quedará entre nosotros, los amantes del fútbol. Faltó la Champions, que llegó a acariciar, pero el bagaje de la época dorada va más allá. El Arsenal de Wenger logró emocionar. Muy pocos equipos en la historia pueden decir lo mismo.