Si juegas habitualmente al tenis, ¡ojito con estas lesiones!
Un repaso de las lesiones más frecuentes que puedes padecer si practicas tenis con cierta regularidad e importantes consejos para evitarlas.
En el mundo de las actividades deportivas, nuestro cuerpo siempre va a estar sometido a ciertos esfuerzos y, por ello, puede llegar a resentirse.
Cuando practicamos tenis, entran en juego tanto las extremidades superiores e inferiores como el tronco, por lo que vamos a tener un alto nivel de exigencia a todos los niveles.
En este deporte, los movimientos son bruscos, asimétricos y se repiten una y otra vez durante largos periodos de tiempo, por lo que tenemos que aprender a convivir con las molestias físicas que de ahí se derivan.
A continuación, vamos a ver cuáles son las lesiones más comunes que podemos encontrarnos:
Hombro
El hombro es una de las partes más afectadas del tren superior. La inflamación del manguito rotador (grupo de músculos y tendones responsables de ayudar a estabilizar y mover la articulación del hombro) es una de las lesiones más frecuentes en jugadores de todos los niveles, originada principalmente por el movimiento que implica la ejecución del servicio. Los síntomas que podemos notar son dolor, sensibilidad excesiva y falta de fuerza en el hombro.
El tratamiento que se suele seguir en estos casos no requiere cirugía, por lo que debemos evitar esfuerzos con el hombro durante tres semanas aproximadamente, aplicar frío en la zona afectada y tomar antiinflamatorios.
Codo
La epicondilitis lateral o codo de tenista, es una lesión ocasionada por la inflamación de los tendones que unen los músculos del antebrazo con la parte externa del codo. Una actividad continuada que implique un exceso de tensión en esos tendones (por ejemplo, agarrar una raqueta con un puño que nos venga grande) puede ocasionarnos esta lesión, así como también un golpe (traumatismo) que impacte de lleno en la zona del codo y nos cause una inflamación de la zona en cuestión.
Esta lesión genera dolor en la cara externa del codo (epicóndilo lateral) y puede extenderse hasta la zona de la mano.
El tratamiento, en este caso, tampoco tiene por qué requerir cirugía. Es muy común la utilización de bandas de sostén (coderas), sesiones de fisioterapia, tratamientos basados en la aplicación de calor, infiltraciones (corticoides) y la aplicación de ondas de choque (ondas sonoras de alta intensidad que dañan tejidos y células a modo de estímulo para provocar una respuesta de regeneración por parte del cuerpo en la zona afectada).
Si el dolor no remite en un largo período de tiempo, sí tendríamos que recurrir a la cirugía, consistente en la eliminación del tejido del tendón dañado.
Espalda
El servicio exige un esfuerzo alto, dado que se produce una flexión e hiperextensión de la espalda, acompañadas de una rotación brusca del tronco. Este movimiento ejerce presión vertebral en la zona lumbar y puede causar una fractura en una parte de la vértebra llamada pars interarticularis. En tal caso, podríamos desarrollar una espondilolistesis, producida por un desplazamiento de las vértebras hacia delante de manera escalonada.
Esta lesión de nombre impronunciable provoca dolor y sensibilidad en la zona lumbar, en las nalgas, muslos y piernas, así como también tensión en los isquiotibiales, modificación en la forma de caminar (semejante a la de un pato) y zona abdominal sobresaliente.
Podemos tratarnos sin cirugía a través del reposo, la fisioterapia, la práctica de ejercicios dentro del agua, evitando esfuerzos lumbares o mediante antiinflamatorios.
Rodilla
El tendón rotuliano une la rótula a la tibia, ayudando en el movimiento de la pierna y apoyando nuestro peso al caminar y saltar. El salto, en particular, puede ejercer una presión intensa sobre este tendón.
El salto es una acción muy habitual en el tenis, pudiendo causar desgarros microscópicos y lesiones en el tendón rotuliano. La tendinitis rotuliana conlleva a menudo dolor e hinchazón; la zona afectada puede sentirse caliente al tacto. Saltar, agacharse o subir y bajar escaleras puede agudizar el dolor.
La inflamación del tendón rotuliano puede implicar la aparición de dolor en la rótula y el cuádriceps, rigidez en la rodilla y debilidad en la pierna.
El tratamiento no quirúrgico incluye el cese de actividades que impliquen un impacto excesivo sobre la rodilla, tratamiento con frío, utilización de una banda infrarrotuliana (colocada entre la rótula y el tendón rotuliano), consumo de antiinflamatorios, masajes, rehabilitación e infiltraciones.
Tobillo
Es muy común que podamos sufrir esguinces de tobillo practicando tenis. Debido al alto ritmo que conlleva este deporte, un movimiento lateral mal dado puede hacer que nuestro tobillo se retuerza, se estire o dañe alguno de sus ligamentos. Un esguince nos puede causar dolor, rigidez e hinchazón.
Para tratar un esguince, es recomendable mantener reposo (uso de muletas mientras el dolor no remita), aplicación de hielo para reducir la hinchazón, compresión del tobillo mediante una venda y colocación del tobillo en alto (a la misma altura o por encima del corazón) para reducir los hematomas.
Consejos de prevención
Suelen decir por ahí que una persona precavida vale por dos. Por eso, aunque haya lesiones que no podremos evitar, trataremos de mantenerlas alejadas, siguiendo algunos buenos consejos:
Equipo
Elige un calzado que se adapte bien a ti y que mantenga el tobillo a salvo. También puedes utilizar calcetines especiales para tenistas que están muy bien acolchados o, en su defecto, colocarte dos pares de calcetines.
Asegúrate de que el puño de tu raqueta es el adecuado para el tamaño de tu mano y que las condiciones del cordaje no son perjudiciales para tu codo. También debes tener en cuenta las características de tu raqueta y comprobar que se adapta perfectamente a tus necesidades.
Técnica
Intenta no arquear demasiado la espalda durante el servicio. Es preferible equilibrar el peso del tren superior doblando las rodillas y levantando los talones.
Calentamiento
Un buen calentamiento antes de jugar puede evitar lesiones y mejorar tu rendimiento en la pista.
Descansos
Es evidente que cuanto más practiques, más habilidoso vas a ser. Sin embargo, hacerlo demasiado puede causar un sobreesfuerzo que desemboque en la aparición de lesiones. El cuerpo necesita tiempo para recuperarse entre cada partido o cada entrenamiento, así que descansa adecuadamente para evitar molestias innecesarias.