¿Revés a una mano o revés a dos? Esa es la cuestión
Análisis y reflexión en detalle sobre las ventajas y desventajas reales que presentan las dos variantes de este tradicional y complejo golpe.
En el tenis podemos encontrar un amplísimo abanico de golpes, siendo el revés uno de los más recurrentes junto con el drive (derecha).
Como bien sabemos, podemos empuñar el revés con una o con dos manos, siendo la doble empuñadura la más extendida actualmente. La inmensa mayoría (por no decir la totalidad) de profesores y entrenadores enseñan directamente el revés a dos manos, puesto que consideran que ofrece una mayor ventaja frente al revés a una.
Pese a estas valoraciones, también es posible que podamos desarrollar un revés a una mano con unas prestaciones óptimas.
A continuación, vamos a desentrañar cuales son las ventajas e inconvenientes que presentan ambas modalidades:
Aprendizaje
A edades tempranas, el revés a dos manos es mucho más sencillo de ejecutar, ya que el revés a una conlleva unas exigencias físicas (fortaleza en la muñeca, brazo y hombro) que, normalmente, un niño no puede cumplir. Aparte, el nivel de coordinación requerido es mucho mayor, por lo que, como antes dijimos, los entrenadores prefieren enseñar el revés a dos.
Precisión
El revés a una mano requiere de un mayor grado de coordinación y de una ejecución perfecta para que la bola pase al otro lado de la red con garantías, dado que se necesita una mayor preparación (swing más largo) para poder generar suficiente fuerza de impacto.
El revés a dos manos, sin embargo, nos proporciona mayor sensación de control gracias al apoyo extra del brazo menos hábil, que nos posibilita dirigir la pelota sin necesidad de armar demasiado el golpe.
Consistencia
Este valor representa la capacidad que tenemos de ejecutar el mismo golpe una y otra vez. Por ende, el revés a dos manos suele ser más consistente, dado que requiere de una menor preparación y cuenta con la solidez que le aportan ambos brazos.
Versatilidad
Con el revés a dos manos, podemos alternar más fácilmente golpes con efecto liftado y golpes planos. Por otro lado, el revés a una mano nos va a aportar un revés cortado de mayor calidad y una volea mucho más segura y precisa.
A la hora de llegar forzado a una bola angulada o impactar en carrera, el revés a una mano también es más eficaz, puesto que con el brazo que se queda libre podemos equilibrar el peso de nuestro cuerpo mucho mejor.
Potencia
El hecho de acompañar el golpe con los dos brazos nos permite aprovechar mucho mejor la inercia de nuestro cuerpo, hecho que no sucede si jugamos con una mano, dado que lanzamos el brazo inhábil hacia atrás para efectuar el golpe manteniendo el equilibrio. Por ello, necesitaremos buenas condiciones físicas para poder ser agresivos con nuestro revés a una mano.
Bolas bajas
Lo que más influye a la hora de golpear una bola por debajo de la rodilla es el grado de apertura de nuestra empuñadura (si la cara de nuestra raqueta está demasiado orientada hacia el suelo, será más difícil levantar la bola). Sin embargo, el hecho de soltar el revés con una sola mano para rebañar una pelota puede ser más ventajoso que buscar una bola demasiado baja empuñando a dos.
Bolas al cuerpo
En este caso, el hecho de jugar revés a dos manos es una desventaja, puesto que nuestro brazo inhábil limita mucho los movimientos con la raqueta pegada al cuerpo.
Bolas altas
Las bolas que nos llegan por encima del hombro pueden ser realmente incómodas si jugamos a una mano, obligándonos a tirar un revés cortado defensivo para bajar la pelota con cierta seguridad. Sin embargo, si golpeamos con las dos manos, controlaremos mucho más la trayectoria de la bola, incluso en esas difíciles posiciones.
Resto
Como dijimos antes, el revés a una mano requiere más tiempo de preparación que el revés a dos. Además, es más difícil amortiguar con una sola mano una pelota que nos llega con demasiada fuerza. Por eso, el revés a dos manos se presenta como una opción más segura a la hora de restar.
Conclusiones
Aunque es evidente que el revés a dos manos presenta mayores ventajas con respecto al revés a una, tampoco podemos obviar que existen reveses a una que son tan buenos e incluso mejores que reveses a dos. Además, empuñar un buen revés a una mano conlleva, a menudo, una consideración de clase y elegancia que no es tan fácil granjearse si empuñamos con las dos manos.
En mi caso, yo comencé jugando con revés a dos manos cuando tenía diez años pero, a pesar de los denodados esfuerzos de mi profesora, fui incapaz de ser competitivo con ese golpe. Estuve jugando reveses cortados e invirtiéndome de derecha hasta los quince, momento en el que otro profesor decidió enseñarme a jugar con revés a una mano. Desde entonces, he ido puliéndolo, en tanto en cuanto mi tiempo y mi habilidad con la raqueta me lo han permitido, hasta llegar a disponer de un golpe decente con el que también puedo atacar si así lo necesito.