Entre las múltiples emociones deportivas que coparon el fin de semana se nos coló una noticia de futuro. Hugo González, balear de nacimiento y madrileño de adopción, está logrando marcas de altura mundial en Estados Unidos con la Universidad de Auburn (Alabama). El lunes cumplió 19 años. Su rendimiento no es una sorpresa. Sí, un alivio. Los analistas de natación ya le señalaban como el sucesor de Mireia Belmonte. Incluso es más polivalente. En los pasados Mundiales júnior, en agosto, logró tres oros y una plata. Esos resultados demuestran que los programas federativos han funcionado con él. Pero por el camino también hubo discrepancias por la dificultad para compatibilizar el deporte con los estudios: de una concentración fue expulsado por hacer trabajos académicos en horario de entrenamientos.

Hugo resolvió marcharse a USA para compaginar libros y piscina. Su decisión causó una profunda preocupación en la Federación Española, porque sus experiencias americanas no han sido buenas. De los 18 nadadores que han probado en las universidades de EE UU, sólo dos han mejorado sus registros: Marina García y Eduardo Solaeche. Hugo es la joya de la corona, y lo que menos se desea es su estancamiento. Un respiro supuso ponerse a las órdenes de un español, Sergio López, uno de los técnicos internacionales más prestigiosos. En una conversación con un cargo de la RFEN, Sergio recibió la siguiente pregunta: “¿Quieres formar a un campeón universitario o a un campeón olímpico?”. Respondió afirmativamente a lo segundo. Las marcas del pasado fin de semana así parecen refrendarlo. Un alivio.