“Hola, soy una chica de oro”

Cerca de doscientos medallistas olímpicos se reunieron el pasado 13 de julio en la Gala de Homenaje que organizó AS en Barcelona. En uno de los momentos de espera coincidí con una afable exdeportista e hicimos las presentaciones pertinentes. “Hola, soy Juan Gutiérrez, subdirector de AS”, le dije. “Hola, soy Teresa Motos, una chica de oro”, me respondió ella. No hizo falta que añadiera más, porque aunque luego haya habido otros relevantes equipos femeninos, las Chicas de Oro genuinas sólo hay unas: la Selección de hockey hierba que ganó el oro en Barcelona 92 hace hoy 25 años. Aquel día, España se impuso a Alemania en la final de Terrassa por 2-1, con goles de Carmen Barea y Eli Maragall, curiosamente sobrina de Pasqual Maragall, el alcalde que lideró aquellos históricos Juegos Olímpicos.

Motos tuvo un rol destacado en el torneo: marcó los cuatro goles de los dos primeros partidos a Alemania (2-2) y Canadá (2-1). Igual que brillaron la portera Mariví González, decisiva en el triunfo ante la campeona olímpica Australia (1-0); la capitana Mercedes Coghen, Natalia Dorado, Silvia Manrique, Virginia Rodríguez… Así hasta 16 jugadoras, todas moldeadas por un técnico innovador, José Manuel Brasa, que las tuvo concentradas desde el 7 de enero, en torno a 150 jornadas fuera del país. Un día apuntó varias opciones en una pizarra. Una decía: “Llegar a semifinales será un entrenamiento inhumano”. Ellas votaron por esa alternativa. España ha dado después otros equipos femeninos maravillosos: gimnasia, waterpolo, balonmano, baloncesto, sincro… Pero las Chicas de Oro fueron las primeras.

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