Del viejo patín al nuevo skate

El hockey sobre patines siempre ha sido la joya de la Federación Española de Patinaje, con una histórica Selección que ya ganaba Mundiales cuando ninguna otra lo hacía. Desde aquel primer título en Barcelona en 1951 hasta el último en Angola en 2013 acumula 16 coronas, una impresionante recolecta que la situó como finalista un año después en el Premio Príncipe de Asturias. Aquel galardón se escapó porque el jurado prefirió la mayor proyección internacional de la Maratón de Nueva York. Esa falta de foco ha sido el mayor obstáculo con el que se ha topado este deporte. También con la nula expansión nacional, prácticamente reducida a Cataluña. Estas mismas trabas jugaron siempre en su contra para entrar en el programa olímpico, y eso que Juan Antonio Samaranch procedía de ese mundo.

Los tiempos han cambiado y ahora ni siquiera los patines del hockey son los más utilizados, porque en el mercado se imponen los patines en línea. El COI, en su afán por cazar deportes emergentes, ha echado el guante al skateboard (aquello que llamábamos monopatín) para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Paralelamente se han creado los Roller Games, que aglutinan las diez disciplinas de esta Federación. Nanjing celebrará este año la primera edición con unos 6.000 participantes y Barcelona tomará el relevo en 2019. El hockey sigue en la familia, con solera y prestigio, pero estos jóvenes compañeros aprietan con fuerza hasta el punto de que el presidente de la RFEP, Carmelo Paniagua, estudia cambiar el nombre de su Federación: de Patinaje a Roller Sports. Para adaptarse a las nuevas tendencias.