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A Landa le puede la ansiedad por ganar

A Mikel Landa le puede la ansiedad por vencer, el exceso de ganas. Dos veces ha tenido a tiro la victoria de etapa y en las dos ha cometido errores estratégicos que le han relegado a la segunda posición. El martes fue demasiado generoso con Vincenzo Nibali, tenía que haber colaborado menos y haberse puesto a rueda, porque quien se estaba jugando la general era el italiano. Y este jueves, quizá porque iba demasiado centrado en la lucha por la Montaña, podría haber estado un poco más vivo en el último puerto para que Van Garderen terminara más desgastado. En ambos casos ha arrancado el sprint en cabeza y ha sido superado, no ha planteado bien esas llegadas. Es una pena, porque ya ha perdido dos oportunidades y no sé si tendrá otra. Está muy bien de forma y estaría luchando por el podio si no fuera por la caída.

Luego tenemos la lucha por la general, con ese soberbio Tom Dumoulin, que se encuentra en un estado excepcional. Hay que ver con qué seguridad ha respondido a los ataques de Nairo Quintana y Vincenzo Nibali, ni se ha inmutado, y cómo se ha permitido incluso arrancar él en la subida. Si no fuera por el contratiempo del otro día, ya tendría prácticamente sentenciado el Giro de Italia. Y, salvo hecatombe, es muy posible que lo gane. Hace dos años se le escapó la Vuelta a España en la penúltima etapa, pero ha aprendido de aquella experiencia y ahora gobierna la carrera con solvencia. Ya se le ha comenzado a comparar con Miguel Indurain: un poco sí se le parece, sobre todo en las hechuras y en su dominio en la contrarreloj, aunque nuestro Miguel era más fuerte en la montaña, era difícil resistir su ritmo.