Bale rompe la maldición del minuto 61

Quien le iba a decir a País de Gales que la gran alegría de un sábado de verano se la iba a dar el fútbol y no el rugby. A las 9,30 de la mañana los pubs de Burdeos estaban a reventar de camisetas rojas que vibraron viendo por televisión el Nueva Zelanda-Gales animando como si estuvieran en las mismas gradas de Eden Park. El XV del Dragón, que no ganaba a los All Blacks desde 1953 rozó la gesta. En el minuto 61 de partido ganaban los británicos por 18-21, pero el sprint final de los kiwis fue arrollador y Gales encajó un parcial de 21-0 que dejó el marcador en 39-21.

Por la tarde, en el Matmut Atlantique de Burdeos las mismas camisetas rojas que vibraron con el rugby se dejaron la voz cantando a favor de sus dragones. El más fiero de todos ellos, Gareth Bale, les adelantó en el marcador anotando el primer gol de su país en la fase final de una Eurocopa. Pero volvió a llegar el minuto 61. En el mismo instante de partido en el que los All Blacks rompieron el sueño de los galeses en rugby, Eslovaquia empataba el partido. Parecía una maldición, porque los centro europeos pasaron a dominar el partido. Pero ya dijo Coleman que si algo tiene este equipo es orgullo y sacando fuerzas de donde no las había, siguiendo la estela de Ramsey y Bale, Gales vivió una jornada absolutamente histórica. Tienen el orgullo, tienen un país detrás y tienen a Bale, un jugador que ha decidido que este tiene que ser su torneo. El dragón no se rinde y dará guerra.

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