Aficiones unidas en Navarra
El hermanamiento navarro-vitoriano viene de lejos. De hecho, el presente del conjunto albiazul no puede entenderse sin el factor rojillo. A finales de los años 80 del pasado siglo, el Comité de Competición cerró El Sadar cuatro partidos y Osasuna se refugió en Mendizorroza para jugar tres partidos de liga de Primera y uno de Copa del Rey. El desembarco navarro fue tal que el gremio de la hostelería decidió apostar por el fútbol y hacerse cargo del Alavés. El dinero que habían dejado los pamplonicas en restaurantes, hoteles y demás comercios fue tal que un grupo de empresarios cogió el club. Uno de ellos era Gonzalo Antón, presidente albiazul en la final de la Copa de la UEFA de Dortmund el 16 de mayo de 2001.
Cada vez que Osasuna juega en Vitoria hay fiesta. Y si el Alavés juega en El Sadar, lo mismo. Muchas veces son considerados partidos de alto riesgo. Alto riesgo de pasárselo bien habría que decir. Hoy domingo, de nuevo, las muestras de buen rollo y hermanamiento se harán evidentes en la Vieja Iruña. No viene mal en los tiempos que corren.