Las vergüenzas del atletismo

De las 47 pruebas olímpicas de atletismo, entre masculinas y femeninas, 25 tienen récords mundiales pertenecientes al siglo pasado. Hay dos, lanzamiento de disco y martillo en categoría masculina, que este verano cumplirán 30 años de antigüedad. Los vigentes récords femeninos de 400 y 800 metros incluso han superado este tiempo. Son plusmarcas conseguidas por atletas de los países del Este, ya extintos, donde quedó demostrada la existencia de un dopaje de estado. No es baladí, por tanto, la petición de la Federación Británica de Atletismo de poner a cero el contador de los récords, y tampoco se le caen los anillos por hacerlo cuando dos de sus atletas (Edwards, triple salto; Radcliffe, maratón) poseen sendas plusmarcas.

La natación también se benefició del dopaje, pero su récord más antiguo es de 2008, gracias a los bañadores, los vasos de las piscinas y las corcheras que absorben el más mínimo oleaje (eso que se sepa, al menos). En el atletismo, en cambio, las mejoras tecnológicas no han sido suficientes para superar marcas bajo sospecha, entre otras cosas, porque se supone que se consiguieron bajo los efectos de la EPO cuando aún no se detectaba. En cualquier caso, me temo que esto sea una batalla perdida. ¿O alguien es capaz de asegurar que ya no está en marcha el dopaje genético? Mas el hecho de que haya récords tan antiguos es la prueba de que el sistema está funcionando. El problema es que sólo para algunos; otros han ido con barra libre.

Lo más visto

Más noticias