Un partida de dominó en Viñales

Según los cubanos, el 98 por ciento de las viviendas de Viñales tiene habitaciones para alquilar. Y en efecto, esta bella población de casitas bajas y de colores es uno de los puntos más turísticos de Cuba gracias, sobre todo, a los mogotes, unos excepcionales accidentes naturales que se podrían definir como montañas achatadas, vestidas de frondosa vegetación. La calle Salvador Cisneros atraviesa Viñales y en ellas se puede ver esas ‘rent room’ y también lugares con sabor cubano como un estanco donde un señor hace puros a mano, una farmacia que parece de otro tiempo o el Centro Nocturno, en el que una banda con un cantante con la camiseta del Barcelona entona a voz viva puro son. La cultura musical de Cuba es asombrosa.

Desviándose una calle a la izquierda de Salvador Cisneros, la vista es más auténtica todavía. Se ven chevrolets de los años 50 con piezas sacadas de quién sabe dónde (“los cubanos somos especialistas en inventos”, afirma un taxista) y en la Asociación de Combatientes de la Revolución, dos personas hablan por la cabina de teléfono y cuatro guajiros juegan una partida de dominó, uno de los pasatiempos nacionales. Si les miras saludan, pero rápidamente vuelven los ojos al seis doble o a la ficha que tengan en mano. La Titan Tropic también podría ser una partida de dominó entre Diego Tamayo, Ibon Zugasti y José Luis Carrasco. Aunque mientras ellos descansaban en las tiendas de campaña del Rancho San Vicente, cuatro cubanos jugaban a su pasatiempo favorito en Viñales.

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