Tres golazos, tres puntos. Ante un Levante en el que Lucas Alcaraz planteó bien el partido, el Madrid penalizó tres fallos en la salida de la defensa con otros tantos goles. El primero, justo era, de Marcelo, que como suele ocurrir en estos días de dominio local en el Bernabéu fue el gran animador del ataque, con su juego variado, por fuera, por dentro, combinando, regateando. El segundo, de Cristiano, que volvió a jugar de nueve puro y que además de hacer ese gol participó en los otros dos. Y el tercero de Jesé, que salió mediada la segunda parte, y bordó el fútbol por la banda izquierda, su mejor zona. 

¿Y Bale? Bale jugó el primer tiempo y se retiró, fatigado, explicó luego Benítez. Le sustituyó Lucas Vázquez, que estuvo bien. He ahí un jugador interesante, porque hace lo que ya pocos hacen: encarar y dejar atrás a un rival, lo que muchas veces equivale a superar a una línea completa. El Madrid tiene este año muy buenos suplentes. Uno muy significado (tanto que quizá pronto deje de serlo) es Casemiro, medio centro que cuida la posición, quita muy bien, ayuda a los centrales y distribuye con sensatez. A cambio, el que está dando el cante es Danilo. O quizá sea que salió ayer sin estar plenamente recuperado.

En fin, victoria plácida del Madrid, al que no faltó la mano salvadora de Keylor Navas, con un paradón cuando la cosa todavía estaba 1-0. Me recordó lo que una vez me dijo Capello que espera del portero. “Una parada, sólo una, pero esa parada que canaliza el partido. Las demás las hacen todos.” Luego, el interés del madridismo se desplazó al Camp Nou, donde se exhibieron Neymar y el Rayo. Grandes los dos. Neymar ha dado el paso, en ausencia de Messi; el Rayo juega fenomenal, llegó a asustar al Barça, pero como siempre, encajó goles. Perdió, pero, puestos a perder en el Camp Nou, mejor perder así.