Volvió Cristiano, volvió Jesé
Tras 4 partidos de Liga de sequía, el portugués marcó un gol y dio otro a Marcelo. El canterano jugó 22 minutos fabulosos y sentenció. Mejor juego que resultado del Levante. Keylor volvió a brillar.
El Real Madrid sólo tuvo que esperar. Los minutos siempre corren a su favor, especialmente en casa. Muchos de sus partidos en el Bernabéu son como documentales rodados en la sabana africana, la historia del león perezoso y el antílope vivaracho. La sorpresa se insinúa, pero la naturaleza se impone. Al final, los goles son mordiscos que devoran el relato. Marcaron Marcelo, Cristiano y Jesé. El peón que se convierte en reina, el delantero de las botas de oro y el canario que pide paso y minutos.
Lo que sucedió entre celebración y celebración es interpretable y vaporoso. Lo evidente es que las paradas de Keylor desmienten el argumento, esgrimido por Benítez, de que al Madrid le rematan poco. Le rematan en abundancia, ayer volvió a hacerlo el Levante. Si el Madrid no recibe más goles es gracias al portero, no al sistema.
Sobre el arsenal ofensivo no se discute, rebosan los goles. Siempre aparece alguien aunque falten algunos. Bale pasó de puntillas por la primera parte y fue relevado en la segunda, quizá pensando en París. Danilo, de regreso al lateral, tuvo la fortuna de que Marcelo acaparó los focos y Carvajal no estaba en el banquillo. Nada preocupante mientras se navegue por mares en calma.
En descargo del Levante hay que reconocer que probó todos los métodos de fuga a su alcance. Intentó controlar el balón y lo logró durante casi diez minutos, los primeros. Contragolpeó cuanto pudo y cuando le fue posible remató con intención. En cada tiro se tropezó con el excelente Keylor.
El talento
En cuanto se apagó el primer fuego del Levante, comenzó a emerger el talento del anfitrión. Primero, poco a poco. Después, en mayor medida. Cristiano pidió un penalti de Simao y pudo reclamar media docena, porque el mozambiqueño, un tipo recio, le hizo un marcaje tonificante, mitad sueco, mitad tailandés.
Como en tantas ocasiones, Marcelo fue el factor desequilibrante. En el primer gol robó, corrió y marcó, todo a la velocidad del Correcaminos. Por el camino se apoyó en Cristiano, que entiende estas aventuras. Deyverson replicó con un cabezazo espléndido que Keylor desactivó sobre la cal y en la continuación llegó el gol de Cristiano, el primero de la temporada en Liga en el Bernabéu. Kroos robó, agravó la úlcera de Alcaraz y cedió al portugués, que disparó con el alma.
El encuentro no volvió a revivir hasta que entró al campo Jesé, minuto 68. Después de un par de movimientos notables, el canario consiguió el gol que determina la goleada y justifica la alegría: bicicleta ante Simao y zurdazo por la escuadra. El Bernabéu sonrió: nada reconforta tanto como un chico que quiere derribar la puerta. Esperemos que esta entrada no esté dibujada sobre una pared.