Con flores a su hijo Sasha

El aficionado al fútbol milita por 90 minutos en un equipo que lo ciega; fuera de ahí le envía flores a su adversario. Ese podría ser el resumen de la conferencia de prensa de Piqué. El barcelonista defiende que haya elecciones (plebiscitarias) en Cataluña, e irá hoy a la Diada; esas consideraciones de su conciencia política no han variado nunca (al contrario que en algún que otro caso) su determinación a prestar sus oficios como futbolista a la Selección, a cuya federación está adscrito. Su comportamiento profesional ha sido impecable, y su manera de relacionarse con sus adversarios (dentro y fuera del equipo nacional) no merece reproche alguno, ni de su entrenador ni de los aficionados, pues ha contribuido a las victorias y se ha dolido de las derrotas.

Unas palabras suyas sobre el Real Madrid (cuando el Barça venció en la última copa europea) desató la ira de sus contrarios; otros gestos lo han puesto en la picota hasta niveles poco controlables para un joven de lengua tan fogosa. El resultado ha sido una inquina que ahora atrona en las gradas. Ese ruido le ha hecho dar un paso adelante y decir que está encantado en la Selección. Y ha explicado algo que debe tenerse en cuenta: es un aficionado, y se comporta como tal: cuando desea la derrota de su eterno rival e incluso cuando Casillas le manda flores por el nacimiento de su hijo Sasha. Con la Selección ha tenido un comportamiento impecable. A él no le importa que le piten; a los que le pitan debieran pitarles ya los oídos, para que lo dejen tranquilo.

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