Benzema, con luz y sin fuerzas

A menudo, Benzema se pasea por los partidos como Hitchcock lo hacía por sus películas, con brevedad y paso distraído, cruzando ante la cámara disfrazado de genio ausente. No fue el caso de anoche, en que las musas le cogieron trabajando. Le funcionó la iluminación y le falló el combustible. El francés es un nueve anfibio, capaz de sobrevivir minutos, horas y temporadas fuera del área. Eso le quita gol y prestigio en el gremio. También su falta de regularidad. El nueve de un grande no puede bajar del cinco en sus peores tardes y él es capaz de sumergirse muy por debajo sin asomo de contrición.

Pero de cuando en cuando, ante grandes compromisos (frecuentemente ante el Barcelona), asoma esa versión refinada y fría del mejor Ronaldo. Anoche tuvo momentos de esos, especialmente en un control inteligente, el amago de chilena para sacarse de encima al rival y el remate en grado de tentativa. Todo en dos segundos de ballet. Después abrió el campo, aguantó el balón para ayudar a que el equipo fuese puntual en ataque y hasta remató de cabeza con bravura y fuerte desde lejos. Luego le abandonaron las fuerzas. Así le quiere el Bernabéu, que pasa temporadas en las que teme que se le esté pasando el arroz.

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