La solvencia del proyecto MotorLand

En su momento me mostré crítico y escéptico con la puesta en marcha del circuito de MotorLand. Me equivoqué. Hace ya más de un lustro, cuando se dio a conocer el proyecto, no alcanzaba a comprender el sentido de una instalación de este estilo en un lugar como Alcañiz, tan alejado de los centros neurálgicos del deporte y la industria del motor (su antiguo trazado urbano de Guadalope hacía ya tiempo que había pasado a ser historia). Sin embargo, el trabajo del equipo que dirige Tomé Ezpeleta ha conseguido anular todos mis prejuicios. Básicamente porque MotorLand ha conseguido ser mucho más que el GP de Aragón, un objetivo ambicioso, nada fácil de alcanzar pero que en este caso es una evidencia irrefutable.

Su trazado es espectacular, su organización modélica y así se ha convertido en una de las citas de referencia del Mundial, y cada año son más los que se decantan por acudir a Alcañiz en detrimento de alguno de los otros tres GGPP en España (su oferta hotelera se mantiene, quizá, como el único punto flaco). Más allá de este evento, MotorLand es un completo centro del motor con una explotación envidiable, en el que tienen cabida todas las disciplinas de dos y cuatro ruedas y donde han surgido iniciativas originales y atractivas. Industria y tecnología se citan en sus instalaciones, así que la oferta no puede ser más integral. Queda claro que lo importante no es dónde se desarrollan los proyectos sino cómo. Y en esta ejecución, MotorLand alcanza la excelencia.

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