Se agotan los pases de pernocta

Luis Suárez tiene en su mano (o pies, mejor dicho) protagonizar un guión estupendo. Una historia de esas por las que matarían en Hollywood, allí jamás vieron un partido de fútbol, pero no hay nada que les ponga más cachondos que un relato de titanes caídos que vuelven a levantarse. La industria del espectáculo deportivo se relame cada vez que llega a su pituitaria una peripecia de héroe fugaz que es humillado un día (o tres) en el que se le va la olla, pero que finalmente retoma el buen sendero en busca de un final feliz que le reconcilie con el mundo. Suárez es la materia prima perfecta para esa historia.

Suárez se ha equivocado mucho y ha pagado por ello con una severidad que otros que se han equivocado tanto como él ni han olido. Ahora se encuentra ante un contador a cero. Lleva Suárez en el fútbol más calabozo que Steve McQueen en La Gran Evasión, mientras que sospechosos habituales siguen campando a sus anchas. Cada vez que el uruguayo la pifia (que es demasiado a menudo) va a la nevera ante la mirada de otros apandadores peores que él. Siempre regresa al trullo cuando parece que está reciclado, lo que agranda su leyenda. A Luisito se le están agotando los pases de pernocta. Ha desperdiciado demasiados perdones. Es la hora de que escriba el guión de su gran triunfo. El que sueñan en Hollywood...y Barcelona.

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