Tambores de guerra en el Dauphiné

Contador y Froome se lanzan continuos desafíos en el Dauphiné. En carrera y fuera de ella. Se nota que el Tour está a la vuelta de la esquina. Sólo faltan tres semanas para que comience, y el Dauphiné es una carrera que dice mucho sobre las condiciones en las que cada ciclista va a acometer el Tour. Ni Contador ni Froome quieren descubrirlas, pero al mismo tiempo necesitan amedrentar al rival para crearle inseguridad. Es un permanente tira y afloja, que en algún momento se tendrá que romper. Hoy o mañana mismamente, porque llegan las grandes cumbres, y la meta estará sobre ellas. Tiempo también para saber si quienes compiten pegados a ellos (Kelderman, Talansky, Van den Broeck y Nibali) van de tapados o de teloneros.

Pero de momento todo el protagonismo es para Contador y Froome, dos gallitos que pese a la diferencia de palmarés entre uno y otro (Contador: dos Tours, dos Vueltas y un Giro, sin contar los que le quitaron; Froome: un Tour) se miran de igual a igual. Tal es así que doce segundos les separan en el Dauphiné, carrera la cual, por cierto, aún no ha ganado Contador, y dada su voracidad sería extraño que dejara pasar esta oportunidad, aunque de momento más que atacando dice que se está probando. Froome no se lo cree y dice que su rival o no tiene confianza en las etapas de este fin de semana o que anda tan sobrado que ataca hasta cuando no es necesario. Son los tambores de guerra que anuncian la proximidad del Tour.

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