La crisis de Jorge Lorenzo es una cuestión mental

Madrid

Es indiscutible que existen razones objetivas para el flojísimo arranque de Mundial que está protagonizando Jorge Lorenzo. No se siente cómodo con su Yamaha y en los niveles de competitividad de MotoGP cualquier concesión se convierte en una ventaja clara para los rivales, son los mejores del mundo y es obvio que ninguno perdona. Pero más allá de los problemas del mallorquín con su moto y los neumáticos, creo que su crisis está cargada de muchos matices psicológicos, que vienen a complicar más si cabe su situación. Diría que ha entrado en una especie de bucle, no consigue alcanzar su nivel, se obsesiona con ello y esa presión propia le aleja incluso más de su objetivo. Es así porque resultaría admisible que no ganara carreras a la vista del excepcional rendimiento de Márquez, pero no tanto que ni siquiera sea capaz de plantar batalla a su compañero Rossi o a Pedrosa.

Lorenzo necesita un buen resultado como revulsivo. Si venciera en Mugello este fin de semana sería lo ideal, pero incluso algo menos ambicioso podría ayudarle a dejar atrás la pesadilla que vive. Si Jorge es capaz de luchar por estar delante, pelear con solvencia por los puestos del podio y, desde luego, subir a uno de sus peldaños habrá dado un paso importante para volver a confiar en sus posibilidades. Ni que decir tiene que no se le ha olvidado ir en moto, su talento y valentía resultan incuestionables, así que todo se reduce a una de esas rachas malditas que casi todos los pilotos atraviesan a lo largo de sus trayectorias deportivas. Y en la mayoría de las ocasiones las respuestas están más en uno mismo que en lo que les rodea… Ojalá ese cambio de tendencia se produzca ya en el GP de Italia.

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