Cruyff, Neymar, Ramos y Apelación

Cuando Cruyff entrenaba al Barça se quejaba del ‘entorno’, término que él mismo puso a circular, en un acierto lingüístico. El entorno era, se entendía bien, todo eso que había alrededor del Barça sin ser propiamente Barça, pero influyendo en las decisiones. Bueno, pues ahora el entorno es él. Lleva tiempo siéndolo. Unas veces, a favor del oficialismo, otras, como ahora, en posición crítica. Y ahora ha pegado donde duele: el problema es Neymar, que tiene veintiún años y gana más que nadie, ha dicho. Hay que sentirse muy seguro para atacar al Barça justo cuando viene de ganar en el Bernabéu.

Y Cruyff lo está, evidentemente. Vive de espaldas a esta junta desde que Rosell objetó su condición de Presidente de Honor, a lo que respondió con el gesto torero de devolver la insignia en la conserjería del club, acompañado de cámaras. Y ahora pega donde duele, porque Neymar ha costado un riñón y por ahora sólo sirve para que de cuando en cuando no juegue Pedrito, lo que resulta una triste gracia. Ni siquiera el penalti compensó su pálido partido en el Bernabéu. Ha costado mucho dinero y más quebraderos de cabeza todavía y ahora habrá que pagarle a Messi lo que no está en los escritos.

Y hablando del penalti, el Comité no le levantó ayer el partido a Sergio Ramos, que aun así viaja a Sevilla porque el club espera que al menos se atienda su solicitud de cautelar. El de Sevilla es un partido de bigote, porque los sevillistas están lanzados y aún no se encuentran tan lejos del cuarto puesto como para no intentarlo. Hay mucha Liga en ese partido. Y bastante en el del Calderón, donde va a faltar Filipe Luis, baja sensible. Pero antes de todo eso, el Barça recibirá al Celta y en los corrillos estará, inevitable, la cuestión Neymar, que Cruyff ha colocado sobre la mesa. Cruyff, el entorno.

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