Lo más duro para el que menos juega

Jugaría contra el Madrid y el Barça hasta en los veranos”, afirmaba ayer entusiasmado Cholo Simeone, convencido de que partidos así le ahorran el trabajo de motivación y agrandan a sus futbolistas. Casillas le tomaría la palabra y le pediría partido cada domingo, por no moverse de casa, lo que haría más confortable su reciente paternidad, y porque contra ningún otro rival le iría mejor. Su figura se ha agigantado ante el Atlético hasta lo sobrenatural. Por llevar a la rareza al mundo de los números habría que recordar que, en Liga, el Atlético le ha metido 17 goles en 23 partidos. En ese mismo periodo y con un número similar de enfrentamientos (entre 21 y 27), el Barça le ha hecho 44, el Sevilla 39, el Depor 30, el Athletic 29, el Mallorca 28, el Valencia 27, el Osasuna 22, el Espanyol y el Villarreal 21 y el Málaga 20. Incluso ante el Getafe, la Real o el Valladolid le ha ido peor. Su carrera ha coincidido con largos periodos de depresión atlética, y cuando llegó el repunte rojiblanco (los dos últimos partidos, especialmente), Mourinho y Ancelotti le habían limpiado de la alineación, sospecho que con una intención distinta a la de preservarle del peligro.

Así que apetece verle en el más difícil todavía, en su momento menos feliz que coincide con el más feliz del Atlético. La política (más bien politiqueo) de Ancelotti le deja a Iker, el menos utilizado de los dos metas, lo más duro del camino por recorrer: el doble duelo ante el Atlético, quizá una final ante el Barça y todas las minas de la Champions. Demasiado incluso para un ángel.

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