Cañón Bale

A Bale le bastó un cuarto de hora para echarle un capote a Ancelotti y zanjar el debate de su posición en el campo. Hay que ser un superclase para abstraerse de la presión, jugar en un sitio que no es el habitual y marcar un golazo en la primera que toca. Y es evidente que el galés es un superclase. Su fichaje ha llegado de nalgas, sin pretemporada y con problemas físicos agravados, en parte por la necesidad de verle demasiado pronto en el césped, pero va a más de una manera evidente.

Está claro que hay que verle en corridas sin afeitar, pero la mejor noticia es que el chico está obsesionado con triunfar en el Madrid y no le importa jugar fuera de sitio para conseguirlo porque sabe que con Cristiano sus opciones en la izquierda son nulas. Se les vio con buen rollo y con mejor entendimiento y eso es el primer paso para atacar con garantías en todas las competiciones. Por ponerle un pero al galés, le sobró el piscinazo con el partido decidido. Ni le conviene ni lo necesita.

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