Marcelo merece que se le añore

El paso de los años hace que los futbolistas de largo recorrido en un club acaben confundidos con el paisaje. Incluso los muy buenos. A la afición se le van los ojos tras los recién llegados porque el fútbol se alimenta de curiosidad y de sorpresa. A los que estaban les entierra la costumbre o el aburrimiento. Marcelo se ha perdido cuatro partidos de Liga y uno de Champions sin despertar inquietud. Sólo el muslo de Gareth Bale fue de interés general. Y mientras, sin el brasileño, el Madrid se dejó cinco puntos en esos partidos de consecuencias aún por determinar. Marcelo lleva tanto tiempo ahí que su papel de lateral agitador se da por supuesto y, sin embargo, no hay quien se acerque a su nivel. Ni en la plantilla ni, quizá, en el fútbol mundial. Coentrao está algunos escalones por debajo a temperatura ambiente y a un océano si se echa al arcén, como ocurrió este verano.

Lo cierto es que Marcelo volvió ayer y en su banda sonaron de nuevo cascabeles. Dio un gol y fue una y otra vez, ayudando a Cristiano, abriéndole pasillos, haciéndose el extremo, dándole amplitud al equipo. Marcelo es un factor sorpresa y resulta especialmente útil en la suerte que peor maneja este Madrid al galope: el ataque en estático. Abre una vía inesperada y difícil de defender. Hace menos previsible al equipo. Con la perspectiva del tiempo la hinchada le dará el valor que un día tuvo Roberto Carlos, de quien siempre ha estado cerca.

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