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Leon Scieur, tatuado por el Tour de por vida

Al belga Léon Scieur (19-03-1888, Florennes) aún se le notaba cuando falleció (7-12-1969) la tremenda cicatriz en la espalda que, a modo de tatuaje, le dejó de recuerdo el Tour. Fue en 1919, en la penúltima etapa, Metz-Dunqueque de 463 km. Scieur rompió una rueda y, por suerte, un aficionado se ofreció a darle la suya, pero en aquel tiempo los ciclistas estaban obligados a llegar con su máquina íntegra. Si cambiaba la rueda debía llevar la rota hasta meta para que los comisarios comprobaran que, efectivamente, había quedado inservible. Scieur se cargó la rueda a la espalda y pedaleó durante más de 300 km. Llegó segundo, a 6:43 de su vecino Firmin Lambot, ganador de ese Tour y del de 1922. Pero los dientes del piñón le dejaron una enorme cicatriz que, con el tiempo, él enseñaba orgulloso.

A Scieur siempre le gustó la bici, pero tuvo que esperar hasta los 20 años para comprarse una con los ahorros de su trabajo en una cristalería. Dos años más tarde (1910) se inscribió en el Tour, que no terminó. Pero sí al siguiente, 14º. Y tras la I Guerra Mundial acabó cuarto en 1919 y 1920. En 1921 ganó el Tour. En las tres ediciones siguientes no terminó. Le llamaban la Locomotora, por su potencia en el llano.

No fue el único suceso que vivió Scieur en el Tour de 1919. En la segunda etapa pinchó cinco veces y se quedó sin repuesto. Una mujer le dejó aguja e hilo para coser uno de los tubulares, pero con el frío tenía los dedos agarrotados. Un comisario, al tanto de la reparación, le avisó que tenía que hacerlo por sus propios medios. Lo logró, pero perdió un tiempo precioso que le hizo ir a remolque durante todo el Tour.