Apoteosis en Roland Garros

No era bastante que fuéramos el país con más victorias en Roland Garros. No era bastante que Nadal fuera el jugador con más títulos. No era bastante que hubiéramos ganado nueve de las últimas once finales. Todo eso, por lo visto, era poco. Porque el domingo todas las cuentas aumentarán a favor de España con la final Nadal-Ferrer. Y luego decimos que los franceses nos tienen rabia. Inventaron la Copa de Europa, y el Madrid es su rey. Tienen Roland Garros, y España manda. En el Tour puede decirse casi lo mismo, porque en los últimos veinte años nadie tiene tantos ganadores como nosotros. Y encima ayer, va Ferrer y les quita a los franceses la ilusión de volver a tener a uno de los suyos en la final de Roland Garros.

Eso es algo que ningún joven francés, y no tan joven, ha visto en su vida. La última vez que sucedió fue hace veinticinco años. Ferrer, que jamás había pisado una final de Grand Slam, lo impidió. Además, silenciando las gradas desde el primer juego. De salida, un 5-0. Se recupera Tsonga en el segundo set con un 3-0, pero lo acaba perdiendo en la muerte súbita. De remate, un tercer set en el que Ferrer dejó las cosas claras con un 4-1. Cuarta final española en Roland Garros y posibilidad de que Nadal establezca el récord de títulos en un torneo de Grand Slam. Djokovic no logró cerrarle el paso. Cuando Nadal recupera su mejor versión es difícil pararle. El serbio estará lamiéndose las heridas. Para él, Roland Garros tendrá que seguir esperando.

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