¿Hay algún argumento para creer?

Analicen la siguiente situación con frialdad. Al césped de Zorrilla va a saltar esta tarde un equipo que cuenta con un mísero 4% de opciones de salvar la categoría; que si Osasuna y Deportivo ganan, caerá a Segunda; que únicamente ha sumado dos victorias fuera de casa en todo lo que va de temporada; que se presenta con una defensa de circunstancias en la que un canterano, que habitualmente juega en el centro del campo, podría debutar como lateral; y que Iago Aspas, su único jugador desequilibrante, no está en su mejor momento.

Estarán de acuerdo conmigo que el colista es carne de cañón. Fruto de una desastrosa política de fichajes, de la falta de madurez en muchos momentos de sus jugadores a lo largo de esta temporada y de los errores arbitrales, ha llegado a la penúltima jornada en esta crítica situación. El Celta necesita para salvarse ganar hoy, el próximo sábado y que otros muchos resultados le acompañen. Un milagro. Pues con todo este panorama,  hay más de mil celtistas que hoy se van a meter, entre ida y vuelta, ocho horas de autobús para apoyar a su equipo. ¿Cómo se puede explicar esto? A mí sólo se me ocurre una respuesta: ésta es la grandeza del fútbol.

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