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Twitter puede ser un arma de doble filo

Soy un entusiasta de las nuevas tecnologías. Y en el caso concreto de Internet, me parece una de las grandes revoluciones de la historia de la humanidad, la mayor desde la industrial de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Concretando aún más, las posibilidades de las redes sociales me fascinan, tanto en el ámbito personal como en el ya imprescindible profesional. Se trata, es obvio, de una herramienta de comunicación poderosísima y que está cambiando a una velocidad y de un modo tan brutal algunos de nuestros hábitos que muy pocos lo hubieran podido imaginar hace sólo unos años. Sin embargo, también reconozco que puede convertirse en un arma de doble filo cuando no se utiliza con el acierto necesario, algo que no siempre ocurre por motivos muy diversos.


Ahora en Yamaha dicen que quieren controlar los comentarios de sus pilotos oficiales de MotoGP en Twitter. Y aunque como periodista me parece que perderemos un filón que da mucho juego, debo decir que sentado en el otro lado de la mesa lo entiendo. No se trata, por supuesto, de censurar ni coartar la libertad de expresión de nadie, pero debemos asumir que la comunicación debe de estar en manos de profesionales, de especialistas en la materia. Al igual que nadie en el equipo dejaría a Lorenzo montar unos discos de frenos nuevos, que para eso están los mecánicos, comprendo que la marca japonesa tenga interés en saber qué dicen sus pilotos y también cómo lo dicen... antes de que sea demasiado tarde. Confiar algo tan trascendental a la arbitrariedad de una única persona, por muy protagonista que sea del asunto, o de las circunstancias puntuales del momento podría acarrear consecuencias de una magnitud imprevisible. Ya digo que yo lo siento porque perderemos, seguro, mucha frescura en esos tuits, pero también repito que comprendo la postura de quienes les pagan en defensa de sus intereses.