Soy un entusiasta de las nuevas tecnologías. Y en el caso concreto de Internet, me parece una de las grandes revoluciones de la historia de la humanidad, la mayor desde la industrial de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Concretando aún más, las posibilidades de las redes sociales me fascinan, tanto en el ámbito personal como en el ya imprescindible profesional. Se trata, es obvio, de una herramienta de comunicación poderosísima y que está cambiando a una velocidad y de un modo tan brutal algunos de nuestros hábitos que muy pocos lo hubieran podido imaginar hace sólo unos años. Sin embargo, también reconozco que puede convertirse en un arma de doble filo cuando no se utiliza con el acierto necesario, algo que no siempre ocurre por motivos muy diversos.