Adán tuvo un porqué

Se lesionó Casillas, salió Adán y apareció un porqué. El que no tuvo Mourinho para quitar en Málaga, por capricho, al mejor portero de la historia del Madrid, sospecho que mezclando indebidamente un descontento personal con un desencanto profesional. La cosa tampoco salió demasiado bien en Mestalla. A Adán le confundió el bosque de piernas por el que cruzó un centro-chut de Tino Costa. La pelota se deslizó bajo sus brazos y le dio el empate y la esperanza al Valencia.

Antes y después no estuvo mal, pero donde había una solución de emergencia Mourinho ha creado un problema permanente. Porque el error de Adán, sin los sucesos anteriores, hubiese quedado diluido en la memoria por el resultado global de la eliminatoria, evitándole al meta el juicio que no merece. Y es que el canterano admirable, suplente sin queja, ha acabado derivando, sin culpa, en sospechoso habitual. Pasa cuando los cambios no se hacen por algo sino contra alguien.

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