Maradona es uno más sin la pelota

Maradona y Mou ingresaron en el fútbol por puertas diferentes para confirmar el mismo principio: que un gran futbolista no deriva necesariamente en un gran entrenador y viceversa. Maradona fue el más grande atendiendo al hecho objetivo de que llegó donde el resto de astros peor acompañado. A su lado nunca estuvieron Puskas ni Gento; ni Jairzinho, Gerson, Tostao o Rivelino; ni le sirvieron una naranja mecánica; ni le facilitaron la vida Xavi o Iniesta. Ganó un Mundial y fue finalista de otro sin que vistiese de albiceleste ninguno de los 50 mejores jugadores del momento. Su carrera dio para fundar una iglesia que le rinde un culto estrafalario y divertido.

Pero como técnico ha sido otra cosa. Siempre tuvo revuelto el ego propio y quizá por eso le costó domar veinte ajenos. Sin más experiencia que dos ratitos en Deportivo Mandiyú y Racing le entregaron la selección argentina. No pasó de cuartos en el Mundial 2010 y apenas dejó nada en el Al Wasl dubaití. Quédense, pues, con sus vídeos, porque su mano izquierda no está a la altura de la pierna del mismo lado. Sin la pelota es uno más.

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