Un gran central y no más que eso

Con Pepe ha gastado mucha munición Mou, quizá porque sospechó, con fundamento, que el club no estaba entusiasmado en su renovación: demasiadas expulsiones (cinco en cuatro años), demasiadas lesiones, demasiado ruido a su alrededor. "El Madrid no puede perderle". "No veo otro final que no sea renovarle". "Es mentira que haya pedido seis millones". "Con él defendemos, presionamos y atacamos mejor". El técnico apretó en público y en privado para forzar su continuidad y ha acabado haciendo de él su bandera, la misma que divide al madridismo.

Porque Pepe representa el dique del Barça y Messi, la víctima de Stark y de la UEFA, la sinceridad políticamente incorrecta (pero mayoritaria en el madridismo) que se inclina por el Manchester en la final de la Champions, el ardor guerrero que levanta al equipo. Pero ha dejado una mancha en la imagen del club desde aquella infausta noche en que pateó a Casquero. Y esa elogiadísima labor como centrocampista ejemplifica también el acobardamiento del Madrid ante el Barça, la confesión táctica de una inferioridad técnica.

Así que convendría olvidar los prejuicios. Pepe es central y de ahí no debe pasar. Un central, por cierto, extraordinariamente rápido, lo que necesita un equipo grande, expuesto siempre a las contras. Tampoco los hay mejores en el mercado y la ficha que exige (3,8 millones) no resulta descomunal. Renovarle es buen negocio. Y que Mou no le sobreexcite ni aplauda sus excesos, también.

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