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Más allá del Everest... y de su 'circo'

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Es cada vez más inminente el nuevo bombardeo de noticias en torno al más que adecuadamente llamado "circo del Everest". Un asedio multitudinario a una cumbre que ya todos saben que ni es la montaña más prestigiosa, ni la más difícil, ni siquiera la más alta, si llevas una botella de oxígeno a la espalda. En lo que sí la han convertido es en una montaña vulgar, banalizada por la codicia y ambición de unos cuantos que quieren transmitir a la opinión pública que son herederos de Mallory, Hillary o Messner. Pero este último, el italiano que primero conquistó las 14 montañas de más de 8.000 metros, ya dijo hace tiempo que "hay que ponerse a la altura de la montaña más alta del mundo, no rebajando su altitud sino estando a su altura" y también que el Everest se ha terminado convirtiendo en una "montaña de basura", por la cantidad de botellas que hay en determinados lugares de la montaña. 

Esta realidad me llevó a buscar un lugar que me mantuviera al margen, al menos por unas semanas, del "circo everestiano". Y muy pronto, de común acuerdo con mis amigos Eduardo Martínez de Pisón y Ricard Tomás, elegimos una zona remota de China, en el límite de las provincias de Sichuan, Qinhai y Tíbet, donde se encuentran unas montañas envueltas en la misteriosa niebla del desconocimiento, el mito y una tenebrosa realidad: la de los bandidos que asolaban la región hasta hace relativamente poco. Desde ellas escribo estas líneas. Hemos llamado a nuestro proyecto Más allá del Everest: buscamos localizar y dar forma a una posible expedición a ciertas montañas que en un día fueron consideradas más altas que el propio Everest, por razones geográficas o simplemente religiosas. Me estoy refiriendo a montañas tan desconocidas por nuestros lares como el Anne Machen, el Meili, el Monte Jade y el Minya Konka.

A algunas de estas montañas se les adjudicaron mediciones asombrosas, que rozaban los 10.000 m. de altitud. Otras, como el Anne Machen, no son muy "altas" -6.200 m.- pero, sin embargo, es la segunda montaña sagrada más importante del Tíbet. Una temible montaña que sólo cuenta con una ascensión a cargo del prestigioso grupo norteamericano comandado por el malogrado alpinista y fotógrafo Galen Rowel. Si nuestro trabajo de localización es positivo, en menos de un mes otro grupo de compañeros se pondrá en marcha para intentar la segunda ascensión de esta montaña. Un territorio magnífico, virgen, difícil y solitario. El territorio de la alta montaña, de los dioses y los alpinistas.