Hay que probar con la valentía

Hoy es el día después para el Madrid y amanece muy cubierto. Esta tercera estación del Clásico deja a Mourinho enfurecido y sin más salida que el milagro. Porque con un planteamiento como el de ayer (irrepetible ya por la rigurosísima expulsión de Pepe y la segunda amarilla a Sergio Ramos) resultará imposible la supervivencia. El trivote difícilmente dará para hacer tres goles en el Camp Nou. Y porque poner del revés al equipo y meter a Kaká, Higuaín y Benzema, tridente de seda en Valencia, tiene doble filo. Si sale mal, un Madrid sin abrigo se expone a otra paliza de dimensiones inaguantables para la hinchada. Si sale bien, pero no da para remontar, la afición le reprochará al técnico haber disparado al aire en el Bernabéu, al calor del público. Sólo si se produce el improbable vuelco con los unos o con los otros la gente olvidará lo de anoche.

Pero si hay que elegir, siempre será mejor poner a los once mejores, aquellos por los que el club ha pagado muchísimo dinero, y probar lo que hasta ahora no se ha probado. Porque aquel Madrid de la primera vuelta que se tragó el sapo del 5-0 no tenía el cemento ni el cuajo que este. Porque entonces Benzema, Kaká e Higuaín no sumaban los 42 goles que se apuntan ahora. Porque una parte importante del madridismo no se siente tan a remolque del Barça como Mourinho le ha hecho creer en los tres partidos recientes. Porque probablemente con estos el Madrid no acabará con diez. Porque en Santander y en Valencia hubo un Madrid más cerca de su historia y del gusto de su público. Porque los que han jugado menos ofrecen más hambre y frescura. Porque ahí está el futuro. Aunque no sirva para llegar a la final. Aunque deje en mal lugar a Mou.

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