No es lo que pareció: nos importa

De chándal o esmoquin, en equipo o en familia, vía satélite o en el escenario, el deporte español paseó por la alfombra roja su año de gloria. Del Bosque, Iniesta, Casillas, Xavi, Nadal... Deportistas insuperables también apreciados por su bondad, simpatía y humildad, perfectos para una ceremonia cinematográfica, con un actor de culto como presentador y otros llenando el acto de belleza, encanto y lentejuelas.

A la Selección más que a Nadal se le reconoce una universalidad que no tenía, porque el galardón es transversal. En esto no le ganamos a Argentina, Alemania o Brasil sino a los Lakers o los All Blacks, maravillas del mundo. Nadal es un icono planetario. Casillas, sólo allá donde llega el fútbol, que es lejos, pero que aún presenta zonas de sombra en Norteamérica o partes de Asia. Así que se da por bien recibido el premio y no tanto el día para recogerlo, en fechas FIFA, con el equipo concentrado y una derrota dura y reciente frente a Portugal que desaconsejaba el viaje de Del Bosque o de alguna de sus estrellas. El campeón no juega amistosos, defiende título siempre. Villar tenía la agenda repleta y el glamour donde siempre, por los suelos. Quizá Hierro hubiera decorado bien el escenario junto a Cannavaro y Desailly y así se hubiera evitado que alguien pensara que el premio nos importa un pimiento.

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