Benzema: la cuestión es que quiera

Benzema se colgó cinco medallas: dos asistencias y tres goles. El primero, para hacerle un book de promoción: robo, túnel, dos bicicletas para limpiarse al defensa e impecable remate. El mejor Ronaldo se hubiera visto retratado en él. El segundo, aprovechando un patinazo de un defensa, meritorio por andar con las orejas tiesas, virtud que en él no sale a la superficie con facilidad. El tercero, a un toque, de especialista. También regaló dos a Cristiano. Un jugador así es un problema, porque se sospecha que esconde mucho pero nunca se está seguro de que acabe sacándolo. Malvenderlo tiene el peligro de que rompa en otra parte. Quedárselo encierra el riesgo de que no rompa nunca.

Le hizo tres goles al Auxerre y al Levante, en partidos de menor cuantía, en una especie de efecto rebote después de fracasar, en fútbol y actitud, en dos duelos mayores, frente a Barcelona y Sevilla. Por algo se empieza, dirán quienes aún no han perdido la fe, los mismos que hacen números y descubren que es pichichi en dos de las tres competiciones que disputa el equipo (Champions y Copa). El Bernabéu le aplaudió. Está loco por quererle. Triunfará el día que ponga la voluntad a la altura de su clase.

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