Quedan como un controlador

Tarde, tras un apasionante 'road-movie', jugó el Barça en Pamplona porque Patxi Izco, presidente de un modesto, montó un 2 de mayo ante la Federación y ante su poderoso adversario y evitó que tomaran el pelo a sus seguidores y al país. También jugó porque el favor que le había prometido la FEF al mediodía encendió de tal manera a los demás que se hizo inaplicable. Por salvar su cuello, Villar vendió a Rosell.

Y es que un aplazamiento era imperdonable. El Atlético había llegado de madrugada a Valencia el día anterior en un autobús alquilado. El Sporting se metió once horas de carretera. Y así, un equipo tras otro, se buscó la vida. Y mientras, el Barça de Guardiola, en un caos tan mayúsculo que obligó a intervenir al Ejército, mantenía su plan de viaje para el día del encuentro. ¿Por qué? Porque campa a sus anchas en la Federación y sabía que no perdería el partido si no llegaba. En Europa, hace sólo meses, se metió diez horas de bus para llegar a Milán, sabedor de que allí quien incumple paga. En esto ha quedado como los controladores. Flaco favor a unos jugadores excelsos.

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